¿Mejor con más años o con menos?
Aclaramos los principales mitos relacionando el tiempo y el vino.
ARTÍCULOS SOBRE VINO


Una vez, en una reunión social, el anfitrión nos contaba como su padre había guardado una botella de vino esperando que él, el hijo, se graduara como profesional. El vino procedía de muy buena fuente y estaba muy recomendado, razón por la que al padre le pareció muy apto para honrar el momento que tanto esperaba. Varios años pasaron para que se produjera ese descorche apoteósico que simbolizaba el esfuerzo del estudiante y la familia entera. El final de la historia no fue tan feliz y esto porque, cuando se habla de vinos, aparecen los mitos como “entre más viejo, mejor”, o “es un vino caro, este debe guardarse”…
La realidad es mucho más práctica: hay vinos creados para disfrutarse apenas salen al mercado y otros diseñados para evolucionar durante años, pero también con su límite. Lo cierto es que lo que podría darle valor a la edad, es si fueron elaborados con ese propósito en mente (1).
La diferencia entre el vino joven el vino de guarda.
La clave está en cómo el enólogo piensa el vino, desde la viña hasta la bodega. Cualquiera de los dos caminos es válido para un buen vino. Acá podríamos resumirlo:
Vino joven: se elabora para resaltar la frescura de la fruta. Tiene poca o ninguna crianza (reposo) en barrica y está pensado para beberse pronto (1–2 años). Son vinos ligeros, aromáticos y fáciles de tomar.
Vino de guarda: Se hace con la intención de dar estructura, acidez, taninos y complejidad que le permitan evolucionar lentamente con el tiempo. Puede pasar varios meses o años en barrica y después seguir afinándose en botella.
¿Existen puntos intermedios?
Entre estos dos polos existe un mundo de matices.
Por ejemplo, los vinos que pasan pocos meses en barrica logran un balance interesante: conservan frescura, pero desarrollan un poco más de cuerpo y profundidad (2).
Un caso concreto son los vinos Gilda y Virginia. No son vinos “jóvenes” en el sentido más literal, pero tampoco están hechos para largas décadas de guarda. Están en ese punto intermedio que resulta ideal para quien quiere algo más de complejidad sin tener que esperar demasiado.
Viejo Mundo y Nuevo Mundo: distintas maneras de clasificar
En países como España existen clasificaciones oficiales muy conocidas: Joven, Crianza, Reserva y Gran Reserva y se basan en el tiempo que el vino pasa en barrica y en botella antes de salir al mercado (3).
Sin embargo, esta estructura no se aplica igual en el Nuevo Mundo (Australia, Chile, Argentina, EE.UU., etc.). Allí los productores actúan con más libertad: cada enólogo define el tiempo de reposo según el estilo que quiere lograr(4).
Esto significa que no hay una escala única o universal. Más bien, cada región y cada bodega interpreta la guarda a su manera.
¿Hasta dónde puede evolucionar un vino de guarda?
Un vino bien hecho puede mejorar notablemente con el tiempo: gana complejidad, suaviza taninos y desarrolla aromas terciarios (cuero, tabaco, frutos secos, especias), pero con un límite: llega un momento en que la fruta se apaga y el vino empieza a decaer. No existe una cifra mágica, pero un vino de guarda suele tener potencial de 5, 10 o hasta 20 años en casos excepcionales. La forma para determinar el mejor momento podría ser a través de conocedores, la propia bodega o la experimentación. Normalmente estas botellas tienen un alto valor comercial y se conocen ese tipo de detalles dentro de la comunidad de expertos.
El secreto de su capacidad para evolucionar está en la estructura del vino, la acidez, los taninos, el alcohol y la madera que actúan como preservantes naturales.
Cómo saber si tu vino está hecho para guardarse (o para abrir ya)
Si estás empezando, no hace falta complicarse. Ten en cuenta estas señales:
Añada reciente (1–2 años) + precio accesible, seguramente es un vino joven. Puedes abrirlo sin miedo.
Paso corto por barrica + cuerpo medio, es un vino joven que puedes disfrutar ahora mismo o guardarlo entre 3 y 5 años.
Barrica prolongada + costo mayor, región, variedad de uva robusta; es mayor la probabilidad de que se trate de vino de guarda, ideal para darle tiempo.
De haber dudas al decidir abrir un vino pronto o si lo dejas reposar, la mejor recomendación es: ¡Ábrelo ya!
Una enorme mayoría (más del 90%) de los vinos del mundo están pensados para beberse jóvenes, por lo que son muy pocos y probablemente fáciles de identificar aquellos con vocación de guarda. Ya sólo por un tema de probabilidades, tienes más chance de acertar si decides abrirlo.
Para terminar de empujarte a que lo abras, te propongo analizar estas situaciones que serían las peores en caso de fallar:
Podía guardarse pero lo abriste antes. El resultado es que te tomaste un buen vino que pudo ser aun mejor.
No podía guardarse pero lo dejaste esperando hasta un momento especial. El resultado es que ahora tienes un vinagre en vez de un buen vino, si lo hubieras abierto a tiempo.
Estos serían los peores escenarios entre abrir y no abrir una botella y muy probablemente la mayoría estaremos de acuerdo que el primero es la opción más lógica. Entonces, si ya tienes un buen vino y no estas esperando un buena ocasión para abrirlo, créala ahora con tus amigos, tu familia o un libro, pero brinda…
Referencias
1. Robinson, J. (2006). The Oxford Companion to Wine (3rd ed.). Oxford University Press.
2. Varela, C., & Ares, G. (2012). Impact of barrel aging on red wine sensory characteristics. International Journal of Wine Research, 4, 23-34.
3. Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rioja. (2024). Normativa de Clasificación de Vinos.
4. Rapp, A. (2010). Wine, Flavour Chemistry and Quality. Academic Press.